Qué gran sonrisa la tuya cuando me veías aparecer por la puerta, e ibas corriendo a la cocina a ver con qué podías contentarnos...
Una vez me dijiste: "vuelve pronto" y yo te dije: "antes de lo que esperes me tendrás a tu lado, abuela" Y sí, pronto estuve a tu lado, pero tú ya te estabas yendo... Abuela, nunca te olvido.
Abuelo, cada vez que pienso en el campo me acuerdo de aquellas mañanas ayudándote en el corral: contigo aprendí a sacar el agua del pozo, a regar con la manguera del bidón, a cosechar, a cultivar, el recoger lo que tenías plantado... Todo tipo de trucos que te hacían más fácil seguir cuidando de esas berenjenas, lechugas, tomates o higos. Abuelo, nunca olvidaré tu sonrisa cuando te dije "jo, cuánto aprendo de tí".
¿Sabes? a veces sigo escuchando los golpes que dabas con el bastón en el sillón al compás de tu voz llamándome.
Hoy me ha tocado la vena sensiblera, pero los echo tanto de menos...
Es lógico que haya días que nos acordamos más de la gente que queremos por alguna cosa que nos los recuerden.
ResponderEliminarÁnimo, niña!
Un beso enorme!!
Es que, los abuelos son los abuelos. Pero van contigo siempre. Mi madre siempre nos habla de sus abuelos y, para mí, es como si los hubiera conocido, aunque murieran años antes de que yo naciera y nunca los llegara a ver.
ResponderEliminarAún echo de menos a mi abuelo, que murió cuando tenía yo 18 años...
ResponderEliminarPero sé que sigue por aquí conmigo.
Ánimo!!
Besos