jueves, 14 de julio de 2011

Negro

Negro, ese es el color de lo que va de verano. Negro de la tristeza, negro del sufrimiento y la muerte; negro de miedo, la incertidumbre. Negro, ¡vete!
Quiero verlo todo de color blanco (no, no me gusta el rosa). Poder pensar algo bueno sin acordarme de algo malo; poder sonreir sin sentir que todo es falso; quiero sentirme libre de todo aunque sea por 5 minutos, eso me reviviría.

No es que esté deprimida, pero la muerte de mi abuela me está haciendo cambiar mucho, mucho. Replantearme cosas que nunca me había replanteado y ver la vida de otra manera mucho menos... eterna. Ver a mi tía llorar diciendo: "mamá que este mes iba a vivir solo para tí, ¿por qué te vas tan pronto?" justo cuando murió mi abuela, me hizo ver que apenas estoy con mi madre y que merece mucho más de lo que le doy, Y además sé que lo está pasando mal por su espalda y necesita mi apoyo y el de mi hermana como nunca. Así que cuando mi mente se medio ordene creo que cambiaré para no tener que gritar eso.

Nunca había pensado en cosas así, pero supongo que esto forma parte de madurar, aunque no me guste....

2 comentarios:

  1. Tienes razón, niña, eso es madurar. Darnos cuenta de cosas que antes ni nos habían pasado por el pensamiento...
    Y de hecho, suele ser la muerte la que nos hace empezar a darle vueltas al tarro. Siempre...


    Un beso enorme, Cris. Ojalá el verano empiece a mejorar ya para ti!

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  2. Sí, es parte de madurar, aunque sea una parte dolorosa. Cuídate y un abrazo.

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