El tiempo vuela

El tiempo vuela, vuela. No me puedo creer que ya sea casi diciembre y de aquí a dos meses llegue febrero, en una semana haga todos los exámenes y puf, cambio de cuatrimestre, otro empujón y... aah! verano! Me resulta curioso que no haga más que hacer planes para un futuro cuando no estoy segura de que vaya a poder hacer nada de lo que quiero. Odio la crisis, la odio. Y también odio que yo me mate a estudiar y no reciba nada y le den 5000 euros a un compañero, que conozco de casualidad, porque no ha ido más de dos o tres veces a clase. Y tampoco me gusta pasarme unas 5 horas diarias haciendo ejercicios de Literatura y no haber hecho ni la mitad de los que me exigen. Y me ennerva ver los casi 300 folios de apuntes de Historia que están pillando polvo en la estantería aunque, al menos están impresos... mejor eso que nada... Dicen. Y me maravilla que la súper calefacción del piso, que se supone que iba a quitarnos de usar radiadores eléctricos, la enciendan durante 1 hora al día cuando más, de forma que termino vistiéndome bajo las sábanas o, tras la ducha, tan rápido como si se me fuera la vida en ello. Hace frío, mucho frío. Y llueve, quiero mis botas de agua. Y me pica la roncha del cuello, y la pomada no hace nada. Ag, no deja de picar. Tengo que estudiar, es tarde. Me voy al brasero. ¡Un beso!